Castigos versus consecuencias en la crianza

“Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad”

Karl Menninger

Durante el desarrollo, crecimiento y adaptación a las normas de niños y niñas, la forma en que madres y padres manejan los comportamientos, reacciones y conducta de sus hijos/s, tiene un impacto que puede determinar para bien o para mal, gran parte de los rasgos que caracterizan su personalidad, temperamento y carácter.

Uno de los debates más comunes en este ámbito es la elección entre el uso de castigos y el establecimiento de consecuencias naturales o lógicas.

¿Cuál es la manera más efectiva de enseñar a los niños sobre sus acciones y responsabilidades?

La doctora Amanda Céspedes en su libro “Niños con pataletas, adolescentes desafiantes”, señala que “a partir de los 5 años ocurre un veloz desarrollo del lenguaje al servicio de la abstracción y del razonamiento y comienza a tomar forma una habilidad nueva muy ligada al lenguaje: la capacidad de reflexión. Ese término – que significa literalmente inclinarse sobre sí mismo-, se refiere a la capacidad de pensar acerca de la propia conducta, sus causas y consecuencias. A medida que el niño crece se va haciendo cada vez más sólida esa capacidad, que es la base de un comportamiento responsable consigo mismo y con los demás. El lenguaje se liga al pensamiento y de ese modo se van desarrollando los valores, el pensamiento crítico y autocrítico, el hacerse cargo de los errores propios y la tolerancia frente a las frustraciones entre otros”.

Más avanzado el libro, la Dra. Céspedes agrega que los mejores adultos para acompañar a niños y niñas en el desarrollo de esas habilidades, son aquellos que cuentan con adecuado desarrollo de sus valores, un correcto autocontrol de sus impulsos, que sepan evaluar y entender las creencias y actitudes que se dan por verdaderas, y que posean una visión amplia y objetiva acerca del mundo.

Mientras que el médico español Álvaro Bilbao, refuerza la anterior premisa en su libro “El Cerebro del niño explicado a los padres”, señalando que castigar a un niño tiene 3 consecuencias negativas. La primera, es enseñar al niño a usar el castigo contra los demás como forma válida de relación. la segunda, es que facilita la aparición de la culpa, ya que en muchas ocasiones los castigos se levantan cuando los niños lloran, se sienten mal o piden perdón sintiendo que se rompe su dignidad. Por último, la tercera consecuencia y la más grave para el Doctor Bilbao, tiene relación con lo que el castigo le enseña a los niños y niñas sobre sí mismos, toda vez que el castigo generalmente va acompañado de una etiqueta, que va sembrando en su cerebro, la semilla de una conducta inadecuada y asociada a la etiqueta utilizada.

En este sentido, lo que parece más adecuado, útil, respetuoso y consciente con la necesidad de niños y niñas, tiene que ver con establecer desde siempre límites claros, a tiempo y con un refuerzo constante de los mismos.

Ejemplos Prácticos

Ejemplo 1: Agresión física en el parque

Niño A golpea a Niño B mientras juegan en el parque. Un enfoque de castigo podría ser enviar a Niño A a tiempo fuera. Sin embargo, el enfoque de consecuencias involucraría:

  • Hacer que Niño A se disculpe con Niño B.
  • Hablar con ambos niños sobre cómo se sintieron debido a la agresión.
  • Explicar que la agresión daña a los demás y las relaciones.

Ejemplo 2: Romper una regla en casa

Niño D desobedece la regla de no comer en el comedor y derrama comida en el sofá. Un enfoque de castigo podría ser quitarle un privilegio. En cambio, un enfoque de consecuencias podría incluir:

  • Hacer que Niño D limpie el desorden que causó.
  • Discutir por qué las reglas son importantes para mantener el orden y la limpieza en casa.
  • Trabajar juntos para establecer reglas claras sobre dónde se puede comer.

Ejemplo 3: No Cumplir con las responsabilidades escolares

Niño E no hace sus tareas escolares en varias ocasiones. Un enfoque de castigo podría ser quitarle tiempo de juego. En lugar de eso, un enfoque de consecuencias podría ser:

  • Hablar con Niño E sobre la importancia de cumplir con sus responsabilidades.
  • Establecer un horario de tareas y estudio juntos.
  • Si no cumple con sus tareas, podría perder la oportunidad de participar en una actividad que le guste.

Ejemplo 4: Mentir sobre una Situación

Niña F miente a sus padres acerca de haber roto un objeto en casa. Un enfoque de castigo podría ser privarla de un evento especial. En su lugar, un enfoque de consecuencias podría incluir:

  • Discutir por qué la honestidad es importante en la familia.
  • Invitarla a ayudar en la reparación o reemplazo del objeto roto para que entienda el valor de cuidar las cosas.

Para finalizar y a modo de conclusión, la Dra. Jane Nelsen, Psicóloga y Educadora (la mayor referente internacional en disciplina positiva), señalaba en sus conferencias, que “el uso de consecuencias lógicas permite a los niños experimentar las ramificaciones naturales de sus acciones. Esto les ayuda a desarrollar habilidades de toma de decisiones y responsabilidad. Los castigos a menudo se centran en el temor a la autoridad en lugar de en el aprendizaje real, lo que puede llevar a comportamientos encubiertos y falta de comunicación abierta entre padres e hijos”.

En definitiva, el debate entre castigos y consecuencias en la crianza es un tema más bien de enfoque y valores. Como señalan expertos en psicología infantil y educación coinciden en que las consecuencias naturales o lógicas pueden ser más efectivas para promover el aprendizaje y el desarrollo de habilidades en niños y niñas, al tiempo que mantienen una relación de confianza, fluida y saludable entre padres e hijos.

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