Creencias limitantes: cómo afectan en la crianza y educación de niños y niñas
Hay una serie de factores que siendo no solo importantes sino cruciales al momento de criar, no están siendo considerados como factores clave en el desarrollo de madres/padres, niños y niñas, aún cuando están presentes en todo momento en el actuar/pensar/decir/reflexionar de cada persona, y modelando también con ello el actuar/pensar/decir/reflexionar de las personas a quienes están formando. Porque lo cierto es que tus creencias te determinan, y con ello marcas tu estilo de criar, relacionarte con las demás personas siempre, desde ese lugar.
Una creencia es una idea o pensamiento que se asume como verdadera, son uno de los filtros más poderosos de nuestro inconsciente, pues es ahí desde donde nace el “criterio” para decidir qué, de toda la información que recibimos diariamente, vamos a dar por cierta y qué vamos a dar por sentado que es desechable. Esta creencia se vuelve limitante, cuando aceptamos sin cuestionamientos los datos que nos reafirman esa idea y eliminamos inmediatamente lo que las contradicen, encontrando siempre la forma de reforzar esa creencia hasta el punto en que es imposible que puedan rebatirnosla.
Pero profundicemos un poco más en aquello que nos impide avanzar hacia situaciones cotidianas como un diálogo constructivo, una discusión respetuosa o un intercambio sano de opiniones. Así como todos los factores y elementos que nos hacen ser quienes somos; las creencias forman parte de nuestra historia, de las experiencias que moldearon nuestra arquitectura cerebral, de los aprendizajes adquiridos, del trato que nos brindaron y el entorno en el cual nos desarrollamos, quedando marcados en nuestro ADN, y aprendidas bajo el modelo de una educación que, normalmente, estaba basada en el autoritarismo, en los castigos, en la invalidación emocional y en la indiferencia.
Entonces, efectivamente e independiente de que creamos que rompimos el patrón de esa crianza y estamos avanzando hacia un nuevo camino de criar mejor de lo que lo hicieron en el pasado y aún mejor de lo que serán capaces de hacerlo en el futuro, seguimos perpetuando un modelo de ser, hacer, decir, pensar y desacreditar, a través de la percepción que hemos incorporado de nosotros mismos, donde la perfección y el ego se convierten en los peores enemigos de una crianza consciente y respetuosa como tal.
La consciencia, la reflexión y la autocompasión se vuelven factores indispensables, ya que lo que configura nuestra experiencia no es tanto lo que nos ocurre o lo que ocurre alrededor, sino la forma en cómo lo interpretamos y el significado que le atribuimos. Entonces, nuestras creencias sobre la crianza, sobre lo que es bueno o malo, sano insano, correcto o incorrecto, afecta no sólo a nuestros hijos/as, sino también a nuestra familia completa, influenciada, querámoslo o no, por nuestra historia validada o negada en nuestro inconsciente.
¿Qué es lo complejo de las creencias limitantes?
Cómo decía el biólogo y neurocientífico chileno Humberto Maturana: "Sin aceptación y respeto por sí mismo uno no puede aceptar y respetar al otro, y sin aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia, no hay fenómeno social". Y es que el problema es que al no ser conscientes de que tenemos arraigada la incapacidad de aceptar a un otro como un legítimo otro con sus opiniones, saberes, acciones e interacciones, es imposible crear comunidad y gestar vínculos de respeto donde la sana convivencia sea el propósito inicial y último de cualquier grupo social. Cuando negamos a un otro por la razón que sea, quemamos toda posibilidad de crear puentes de diálogo que permitan generar espacios de reflexión donde todos son beneficiados desde el aporte que cada uno puede entregar, y donde niños y niñas vean reflejado un pilar fundamental de una sociedad; que es el respeto.
Por otra parte, cuando madres y/o padres son inseguros y sus creencias limitantes dicen relación con sentir que no son capaces, que no saben suficiente, que no pueden guiar a sus hijos/as, etc., esa inseguridad es transmitida también a niños y niñas que crecen rodeados de ese manto de la baja autoestima e inseguridad que los daña profundamente.
Podemos concluir entonces que este tipo de creencias que limitan nuestra capacidad de crecer y cambiar la relación con quienes nos rodean, pueden afectar enormemente la relación con nuestros hijos e hijas. Por ello el ser concientes al momento de criar se vuelve aún más importante que leer, estudiar, hacer talleres, seguir referentes como gurúes o aprender técnicas de crianza que finalmente no servirán de nada, si existen patrones nocivos que guían cualquier paso que queramos dar hacia la formación de los seres humanos que más amamos en el mundo; pero que requieren de un acompañamiento, maduro, sano, consciente, generoso, compasivo y por su puesto reflexivo.